Sunday 29 April 2007

Naftali Herz Imber

Hatikva
(Himno de Israel)
tomado de Safed-Tzfat

Monday 23 April 2007

Richard Beer-Hoffmann

La trama se desarrolla en la capital de Borgoña, hace varios siglos. El primer acto transcurre en una posada. Con anterioridad a la escena de la que extraeré mi cita, el anciano general Charolais ha sido muerto el mismo día en que se firmó la paz con el enemigo, pero no habrá solemnes funerales en la catedral para este gran hombre, porque había inmensas deudas para poder alimentar, vestir y pagar a sus soldados. El consejo se niega a saldar estas deudas de honor, y de acuerdo con una antigua ley de la época los acreedores se apoderan del cadáver del general y lo encierran en la cárcel para deudores a la espera de que sea rescatado con un pago efectivo.

El joven conde de Charolais, que amaba entrañablemente a su padre y está desolado, trata de hacer todo lo posible para que se tributen los últimos honores a su difunto padre. Pero no tiene un centavo y nadie lo ayuda. Los tres acreedores, un molinero, un decorador y un judío, están decididos a conservar el cadáver hasta que la deuda sea saldada, y designan al Rojo Itzik para que los represente en las negociaciones con el joven conde. El judío sabe que los otros dos acreedores quieren que él hable en su nombre para que ellos puedan seguir siendo considerados caballeros, en tanto que él habrá de aparecer como el duro y malvado usurero. A pesar de esto, acepta la designación. Las frases siguientes corresponden al diálogo entre el joven Charolais y el Rojo Itzik. El conde le dice con tono suave al judío:

CHAROLAIS
Los otros han acordado seguirte.
Por eso, todo depende de ti, y aunque eres
judío, eres tan hombre como nosotros, Itzik.
ITZIK
¿Hombre? ¿Como vosotros? ¡Jamás había oído algo igual!
En ningún instante de mi vida me permitieron sentir
Que soy humano. ¿Acaso debo serlo hoy
Porque ello se acomoda a vuestra necesidad
Por los cinco minutos de vuestra conveniencia?
Hoy, me niego.
¡Soy judío! ¿Qué deseáis de un judío?
¡Porque algo pretendéis con vuestra amabilidad!
CHAROLAIS:
¡Entrégame el cuerpo de mi padre, entrégamelo!
¡Mi vida depende de ello! ¡Te lo imploro! ¡Oh cree
Que implorar no me resulta fácil, Itzik!
ITZIK
El ordenar es privilegio de condes; el implorar... es mi deber.
Bien, mi señor, dadme mi dinero... ¡Dádmelo!
Mi vida depende de ello. Oh, no digo "Mi vida"
Como lo decís vos, para significar que os duele el alma.
Si yo no tengo un centavo, ¿quién me defenderá
Contra los amos, los tribunales y los condes? Me harían inmolar
Con la conciencia tranquila. Como veis, en mi caso es cierto
Que mi vida depende de ello... sí, mi vida.
....
El joven conde le pide al Rojo Itzik que recuerde que él debe soportar el espectáculo que ofrece el cadáver de su padre al pudrirse en la prisión, el cadáver de un hombre que contrajo esas deudas con tanta generosidad para su país. Le pide al judío que piense en esto:
No pienses en nosotros. O piensa mejor que eres tú
Quien ruega... y que el cadáver es el de tu padre.

Itzik responde que esto es lo que él ha estado pensando durante todo ese tiempo. Su padre:

No se pudrió en la prisión, eso es cierto.
¡La ciudad donde había nacido le brindó
El más costoso de los funerales!
Aun antes de que amaneciese se pusieron en marcha
Soldados, sociedades, fraternidades, en gran muchedumbre,
Y todo el clero. Era un inmenso honor
Para un simple judío. Su Majestad el Rey
En persona, estaba presente, en esa plaza barrida por el viento,
Con toda su corte... ¡y todo esto por un judío!
Y todas las campanas de todas las iglesias repicaban
A medida que las procesiones desfilaban con sus banderas
Frente a mi padre y hubo solemnes discursos
En latín y en castellano, y durante todo el día
Aguantaron el calor de julio en esa plaza
Sólo en mérito a mi padre. Cuando cayeron las sombras
Y la noche,
(con fingido orgullo)
El rey con su propia mano encendió
Por fin los haces de leña que rodeaban la estaca
A cuyo pie se hallaba mi padre. ¡Y como ni siquiera esto
Fuera homenaje suficiente para él,
Rogaron que se entonaran sus cantos, y también,
Como era judío, y debía ser homenajeado,
Le cantaron nuestros eternos salmos,
Y en su honor alabaron al Señor, nuestro Dios!
(con una sonrisa crispada)
No sé qué vio él de todo esto,
Porque para ese entonces había empezado a arder,
Primero por abajo, y había empezado a gritar,
Y seguía gritando con fuerza, con fuerza terrible,
Mi padre -oh, con tanta fuerza- y mis oídos lo escuchaban:
¡Shemá Israel!
(se seca el sudor de la frente)
¿Todavía deseáis, mi señor,
Que piense en mi padre, para así
apiadarme de vos, porque el cuerpo del vuestro
Se pudre en una mazmorra?

El joven conde responde que el judío nunca podrá entender lo que su padre significaba para él. Pero Itzik, que está cerca de Charolais, le dice con tono muy dulce y confidencial:

¿No podré? No es tan difícil...
¿Y si lo fuera? ¿Creéis que soy tonto?
¡os probaré que lo entiendo!
Queréis significar que no teníais a nadie en el mundo.
Ningún hermano. Nadie. Y no parecéis
Hombre dado a los festines con vino y muchachas,
Y como sois pobre de solemnidad y por ello tenéis poco
Para deleitaros, y también sois bastante adulto
Para comprender...
¿Eh? Dos días atrás
Había en este mundo un ser humano
Para el que no había más esperanza o preocupación
Que la que vos le dabais.
Vos podríais haber hecho con él lo que quisierais,
Sin que esto disminuyera su amor.
habría implorado, y con gusto, por vos.
Tenía una ilusión, una ilusión muy modesta,
Y era que vos vivierais para cerrar sus ojos el día fatal
Y que no tuviera que ser él quien cerrara los vuestros.
Cada noche elevaba una plegaria...
Para que Dios lo dejase morir diez mil muertes
Antes que mal alguno hiriese a su hijo.
Y aunque peregrinéis alrededor de todo el mundo
Y aunque viviereis hasta los cien años...
¡Jamás encontrareis un amor semejante!
Desaparecido para siempre... ¡Ojalá no! ¿Un amigo? Los conocemos.
Y una mujer...
No es más que una mujer. Los hijos...
(ríe amargamente)
Así son nuestros padres, así sienten nuestras madres...
Indudablemente no es distinto entre nuestra gente.
Bien, ¿os he entendido, conde, mi señor?
fragmento de la obra de teatro "El Conde de Charolais" según publicado en "el psicoanalisis del humor judío" de Theodor Reik

Algunos de los autores quemados

Adrienne Thomas, Albert Ehrenstein, Albert Einstein, Albert Hotopp Heinrich, Alexandra Kollantay, Alfred Döblin, Alfred Kerr, Alfred Neumann, Alfred Polgar, Alfred Schirokauer Schlump, Anna Seghers, Arnim T. Wegner, Arnold Zweig, Arthur Holitscher, Arthur Schnitzler, Bernard Traven, Bertolt Brecht, Bruno Frank, Carlvon Ossietzky, Eduard Jacob, Egon Erwin Kisch, Else Lasker Schuler, Emil Ludwig, Émile Zola, Erich Maria Remarque, Erich Mendelsohn, Ernst Emil Wiechert, Ernst Glaeser, Ernst Hemingway, Ernst Ottwald, Ernst Toller, Fjodor Gladkow, Fjodor Ssologub, Franz Kafka, Franz Rosenzweig, Franz Werfel, Friedrich W. Foerster, Fritz von Unruh, Georg Bernhard, Georg Fink, Georg Hermann, Georg Kaiser, George Grosz, Gina Kaus, Günther Birkenfeld, H. G. Wells, Hans Reimann, Hans Sochaczewer, He, Heinrich Heine, Heinrich Mann, Heinz Liepmann, Hellen Keller, Henri Barbusse, Hermann Broch, Hermann Cohen, Ilja Ehrenburg, Iwan A. Rodionow, Iwan Goll, Iwan Olbracht, Jack London, Jakob Wassermann, Jaroslav Hasek, Joachim Ringelnatz, Josef Kallinikow, JosephRoth, Karel Vanek, Karl Grünberg, Karl Kraus, Karl Marx, Karl Schroeder, Karl Wolfskehl, Kasimir Edschmid, Klaus Mann, Kurt Kläber, Kurt Pinthus, Kurt Tucholsky, Leo Perutz, Lion Feuchtwanger, Ludwig Renn, Ludwig Rubiner, Marcel Proust, Martin Buber, Max Brod, Mechtilde Lichnowsky, Michael A. Kusmin, Michael Sostschenko, Nathan Asch, Oskar Maria Graf, Otto Dix, Peter Lampel, Rahel Sanzara, Richard Beer-Hofmann, Robert Carr, Robert Musil, Robert Neumann, Rudolf Geist, Rudolf Kayser, Schalom Asch, Sigmund Freud, Sinclair Lewis, Stefan Zweig, Theodor Lessing, Theodor Plievier, Theodor Wolff, Thomas Mann, Upton Sinclair, Vladimir Ilich Lenin, Walter Hasenclever, Werner Hegemann, Werner Türk, Wladimir Lidin,

El Bibliocausto

No sé cuantas veces ha ardido un libro por la intolerancia de los hombres. Pero no hay dictadura ni sistema totalitario contrario a la libertad de pensamiento que no haya quemado un libro. Desde Oriente a Occidente, desde el Norte al Sur y viceversa. Desde el principio de los tiempos hasta el final, bueno… desde que el papel existe. Recuérdame este gesto de “desmemoria” a aquella forma que tenían los egipcios de borrar de la historia incluso a dinastías completas, bastaba con borrarlas de las estelas de piedra, a golpe de cincel, presumo.

Cuentan que no hay apenas textos escritos en América porque los misioneros españoles quemaron los libros (que se hacían con la corteza de los árboles) porque creían que eran manuales de hechicería. El Talmud ha sido tantas veces quemado que ha sido justamente llamado “el libro quemado” y eso que en un sentido estricto no es “un” libro. En “El nombre de la rosa” era “la comedia” de Platón la que ardía por la intransigencia de un monje. Dicen también, que un fuego misterioso fue el que acabó con la Biblioteca de Alejandría. La inquisición también quemaba libros, además de a personas, tenía que diversificar. Mao también hizo limpieza con lo de la revolución cultural, y las dictaduras del cono sur hicieron lo propio.

Pero si hay una quema de libros que asombró al mundo por su violencia, por su magnitud, fue la que llevó a aquella noche del 10 de mayo de 1933.

Sigmund Freud dijo en su momento, al enterarse de la quema de sus libros, con sarcasmo “la humanidad progresa en la Edad Media me habrían quemado pero hoy se conforman con quemar mis libros.” Por desgracia se equivocó, los nazis pretendieron quemarle a él también, pero por suerte se salvó. Era demasiado famoso como para que su asesinato hubiese podido pasar desapercibido, y tuvo que escribir aquella famosa nota de descargo sobre la GESTAPO: “
yo le recomendaría la GESTAPO a cualquiera”.

La realidad de lo que acabó pasando en Alemania le dio la razón a aquel Heinrich Heine que dijo “Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres” Heine se habría reído mucho, habría disfrutado con la ironía, el régimen nazi encontró tan, pero tan alemán, germánico, ario su poema “Lorelei”, que se lo apropió como suyo y olvidó que su autor no era otro que el judío hasta la médula, Heinrich.

Wednesday 18 April 2007

Saturday 14 April 2007

Moshe Sendowski

Suplica

Baruch Hadaya

Hanukiyah de plata

Martina Shapiro

"Retrato del Rebbe" (retrato del Lubavitch Rebbe - Menachem Mendel Schneerson)
tomado de members.shaw.ca/martisart

Frank Gehry

Museo Guggenheim (Bilbao)
tomado de wikipedia.org

Abel Pann

... pero Rebeca amaba a Jacob
tomado de www.imj.org.il

Erich Mendelsohn

Mosseshaus (Berlin)
tomado de wikipedia.org

Wednesday 4 April 2007

Jana Szenes

Bienaventurada…


¡Bienaventurada la cerilla que ardió y encendió llamaradas,

Bienaventurada la llamarada que ardió en lo recóndito de los corazones,

Bienaventurados los corazones que supieron cesar con honor,

Bienaventurada la cerilla que ardió y encendió llamaradas!



Para Affra

Jana Szenes fue espía, fue soldado, fue agricultora, fue escritora, fue pionera, fue mártir,… y todo eso con menos de 24 años. Jana Szenes había llegado a Eretz para construirse una nueva vida junto a su familia huyendo del antisemitismo en Hungria, pero la guerra lo cambió todo.

Se alistó como voluntaria en el cuerpo de paracaidistas británico y fue lanzada tras las líneas enemigas, en Italia, y luchó con la resistencia en Yugoslavia. Traicionada, acabó en manos de los nazis que la torturaron durante cinco meses hasta que acabaron asesinándola.

Dejó tras de sí cartas, obras de teatro, poesías, un pálido reflejo de lo que pudo haber sido, pero que se acabó demasiado pronto.

Monday 2 April 2007

Haggadah Pesaj

"El año que viene en Jerusalem"
HaShanah habah Birushalaim

Haggadah Pesaj

Adan y Eva
Haggadah de Sarajevo

Jag Pesaj Sameaj

La Haggadah de las cabezas de Ave
siglo XIII E.C. (Alemania)