Sunday, 16 March 2008

Leon Zeldis

El argumento contra Dios

Las religiones monoteístas han fracasado. Probablemente pretendían demasiado. Prometían demasiado. Sus contradicciones son tan evidentes que llegó un momento en que el hombre, liberado de la ignorancia y de fantasías románticas, consiguió dejar de hacer la vista gorda ante las paradojas de lo escrito frente a la vida real. El Dios de las religiones institucionales, esa figura omnipotente, omnisciente y todopoderosa, amante de sus creyentes y compasivo, murió en los hornos crematorios de Auschwitz, languidece donde los niños mueren diariamente de hambre, y cae abatido por las balas del asesino, la picana eléctrica del torturador, la hipodérmica del drogadicto y el explosivo del terrorista.

Si Dios es bueno y justo, si El constituye la cumbre y el epítome de todo lo que es bueno y positivo en la creación, ¿cómo reconciliar esto con la existencia del mal, la miseria, el crimen y la enfermedad? Alegar que Dios actúa según criterios que escapan la razón del hombre, y que lo que llamamos mal en realidad no lo es, o que el dolor está destinado a salvarnos de un mal mayor, es evadir la pregunta. Aunque supusiéramos que desde un cierto punto de vista el bien y el mal fueran indistinguibles, el hecho sigue vigente que nosotros, en nuestro plano humano, seguimos experimentando el bien y el mal, el placer y el dolor en nuestra carne, nuestra mente; no es Dios quien lo experimenta, y por lo tanto, si Dios es bueno, ¿no debiera librar sus criaturas de tales dolorosas y degradantes experiencias?
fragmento de "Comprendiendo a D's" tomado de Freemasons

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