A veces
A veces Jerusalén es ciudad de cuchillos,
y hasta las esperanzas de paz más afiladas para cortar
la dura realidad se embotan o mellan.
Las campanas de la iglesia se afanan tanto por sonar
con acento redondo y quieto
pero se vuelven pesadas como maja que bate en un mortero,
voces pesadas y sordas y hollantes. Y el chantre
y el muecín tratan de deleitar con su canto
pero al final estalla el alarido punzante:
Señor Dios de todos nosotros, Unico Señor, Uno,
Ejad, jad, jad, jad*.
tomado de MFA
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