Thursday, 14 October 2010

Historia del Talmud


Un aldeano dejó su aldea y se fue a Khelm —la aldea de los Sabios locos—, a visitar a su rabino
Rebbe —le dijo—, nunca he logrado entender de qué trata exactamente el Talmud y me gustaría saberlo.
El rebbe no estaba muy convencido, de que aquel hombre pudiera llegar a entenderle, pero le contestó—: Escúchame con suma atención. Supongamos que dos ladrones entran en una casa por la chimenea y que llegan al salón, el primero con la cara toda tiznada de hollín y el segundo no. Según tú, ¿cuál de los dos irá a lavarse?
El aldeano respondió tras pensárselo un poco—: El que tiene la cara tiznada de hollín.
—¡Jamás comprenderás el Talmud! El ladrón que tiene la cara tiznada de hollín ve que su compañero tiene la cara limpia, así que imagina que su cara también está limpia. Mientras que su compañero al ver que el otro tiene la cara tiznada de hollín sentirá la necesidad de lavarse. ¿Lo entiendes?
—¡Gracias, Rebbe, gracias! ¡Ahora comprendo qué es el Talmud!
—Acabas de explicarme, Rebbe, que el que tenía la cara limpia es el que irá a lavarse...
—¡Que va! En realidad, cuando el que tiene la cara tiznada de hollín vea a su compañero con la cara limpia salir de lavarse la cara, él también ira a lavarse. Por lo tanto, los dos van a lavarse.
—¡Gracias, Rebbe, gracias! ¡Ahora comprendo qué es el Talmud!
—¡No has comprendido nada de nada! Empecemos de nuevos. Supongamos que dos ladrones entran en una casa por la chimenea y que llegan al salón, el primero con la cara toda tiznada de hollín y el segundo no. Según tú, ¿cuál de los dos irá a lavarse?
—Pero Rebbe, ¿no acabas de decirme que los dos irán a lavarse la cara?
—Es que no has entendido nada de nada. Porque el ladrón que tiene la cara tiznada de hollín ve que su compañero tiene la cara limpia. Entonces se imagina que la suya también está limpia y no siente la necesidad de lavarse. Mientras que su compañero que tiene la cara limpia, ve que su compañero que tiene la cara tiznada de hollín no va a lavarse, así que el tampoco va a lavarse. Por lo tanto, la respuesta es que ninguno de los dos irá a lavarse.
—¡Gracias, Rebbe, gracias! ¡Ahora comprendo qué es el Talmud!
—¡Sigues sin comprender nada de nada! Empecemos de nuevo. Supongamos que dos ladrones entran en una casa por la chimenea y que llegan al salón, el primero con la cara toda tiznada de hollín y el segundo no. Según tú, ¿cuál de los dos irá a lavarse?
—¡Acabas de decirme, Rebbe, que ninguno de los dos irá a lavarse! —el pobre aldeano estaba cada vez más perdido.
—¡Que va!
—Entonces los dos.
—Tampoco
—Entonces, el que tiene la cara limpia.
—No.
—¿El que tiene la cara sucia?
—No, no y no. Nunca comprenderás el Talmud. Quién podría imaginar, ni siquiera por un instante que, cuando dos ladrones se introducen en una casa por la chimenea, ¡sólo uno queda con la cara manchada de hollín!
adaptado de Cuentos del Pueblo Judío de Ben Zimet.

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